martes, 2 de diciembre de 2014

        
MI PRIMERA ENTRADA EN LA CÁRCEL

 María Jesús Mayoral Roche


Capítulo Cuarto

 
Hacía un calor sofocante cuando comencé el Taller de Literatura en la cárcel, era por el mes de junio. Me acompañaron e hicieron la presentación de rigor el Subdirector de Tratamiento y la Coordinadora de Formación. Una vez formalizado el inicio, me quedé sola con ellos; como faltaban los de la Segunda Galería, el funcionario se fue a llamarlos. Durante la espera uno de los presos, un hombre de rictus serio y sonrisa cansina me preguntó:
         - ¿Nos vas a dar las llaves para salir de aquí?
         Le contesté sin titubear:
         - Te voy a dar las llaves y algo más.
         - A ver si es verdad –me dijo con desesperanza.
         Antes de continuar con mi relato voy a hacer una referencia que me parece importante. Utilizo la palabra preso porque me parece correcta y porque me gusta. Estos eufemismos que emplea Instituciones Penitenciarias los entiendo y resultan comprensibles para ellos; así por ejemplo la cárcel se convierte en Centro Penitenciario, los presos son llamados internos y los carceleros pasan a ser funcionarios. Uno de mis alumnos  decía lo siguiente a este respecto:
         - Eso es una mariconada. Yo cuando escribo una carta no pongo que estoy en el centro penitenciario... Yo pongo que estoy en la cárcel.
         Volvamos al primer día de clase. Entraron los de la Segunda Galería, se sentaron en el fondo y parecían no tener demasiado interés por lo que yo estaba diciendo, al menos esa fue mi sensación. El rostro de uno de ellos me impresionó sobre manera, tenía una sonrisa libidinosa y una mirada dispersa. Mejor no pensar ni elucubrar -me dije. El muchacho que se sentó a mi izquierda apenas se atrevió a mirarme, permaneció cabizbajo todo el tiempo, tan sólo escuchaba y asentía.
         Como el calor era sofocante decidimos abrir la ventana con el fin de que entrara luz natural. Abrir la ventana de la biblioteca en horas de patio era un problema. ¿Por qué? A esas horas el personal del patio empezaba a comunicarse con el del otro: el de las presas. La forma de hablar entre ellos y con ellas era a voz en grito. Lo cierto es que las cosas se enredaban a veces y el vocerío subía aún más. El ventanal de la clase estaba justo al lado del muchacho que no levantaba cabeza. De repente en el silencio de la clase se escuchó una voz femenina proveniente del patio:
         - ¡Devuélveme eso chorizo!
         El joven que no levantaba cabeza, harto y molesto por los gritos no pudo  reprimirse, se levantó del asiento y me dijo:
         - Voy a cerrar la ventana, si no te importa. 
         Fue entonces cuando se atrevió a mirarme. El aspecto de este chico hacía raya con el resto, ¿qué habrá hecho?   -pensé-. Esta curiosidad al principio, lo reconozco, resulta tan normal como morbosa; sin embargo con el paso del tiempo el delito de mis alumnos dejó de interesarme.
         Al fondo y un tanto inquieto se sentó un sudamericano, tal era su aspecto. En aquellos momentos paré mi pensamiento, no, no tenía miedo; pero de pronto me vi sola y me fue inevitable pensar que estaba rodeada de delincuentes y que fuera, en las galerías, había más. Nadie me había advertido de nada; en la cárcel casi nunca te advierten las cosas, en parte es mejor. En aquellos momentos desconocía los delitos de los que se sentaban frente a mí; sin embargo, viéndoles, me resultaba imposible imaginar que aquellos hombres hubieran podido hacer daño a alguien. Algunos de ellos eran muy jóvenes.
         Todos estos pensamientos al principio resultan inevitables y lo cierto es que asimilar aquella realidad me costaba esfuerzo; la cárcel es un plato fuerte para los que desconocemos el mundo de la marginalidad, eso es algo que no se puede negar.
         Volvamos al tema. Aquello más que un Taller de Literatura parecía un funeral de tercera. Rostros abatidos, sonrisas cansinas, miradas dispersas, tristes… Me miraban con atención y cuanto les dije pareció interesarles. Una vez terminada la clase, me pareció que había sintonizado con ellos: esto en la cárcel es fundamental. Por otra parte soy mujer, esto nunca me ha supuesto un obstáculo en la vida; pero en la cárcel el personal femenino entra con cuentagotas. ¿Cómo me verían ellos? ¿Me admitirían? Porque claro, yo me encontré con unos tíos hechos y derechos, hombres que habían vivido lo suyo y que desde luego no daban para nada la imagen de blandos o suaves. Yo por mi parte tampoco resulto blanda, pero una mujer, escritora, enseñando Literatura en la cárcel... ¿Qué pensarán de mí? ¿Les gustará la clase, les gustará el taller? Estas eran las preguntas que me formulaba continuamente. Como soy una pesada y no podía permanecer en la incertidumbre, después de cada clase les preguntaba:
         - ¿Os gusta la clase? Si no os gusta me lo decís y cambiamos el ritmo.
         Con una sonrisa me contestaban al unísono:
         - Que sí, mujer, que sí, que nos gusta.
         El primer día de clase al dar las seis y media me dijeron que se tenían que ir para el recuento.
         - Verás, tenemos que irnos a las seis y media, nos cuentan a todos.
         Yo me quedé un tanto perpleja, no sabía nada de esas cosas. Poco a poco te vas enterando del ritmo cotidiano en la prisión. Me quedé recogiendo y al salir de la biblioteca me despisté, tuve que volver sobre mis pasos, pues me daba la sensación de que por allí no estaba la salida. En el puente que unía las galerías había un gitano con mucha clase peinándose la melena y le pregunté por dónde se salía. Me pidió un cigarro, sonrió al oír la pregunta y me señaló con el dedo la dirección. Esto que cuento no deja de tener su guasa, porque luego pensé que él me podía haber contestado:
         - Eso quisiera saber yo… por dónde se sale.

sábado, 22 de noviembre de 2014



¡Qué bien canta la condenada!

20-N, fecha de la cuenta atrás para que el Partido Popular empiece a hacer las maletas, con un poco de suerte se va a quedar en las próximas elecciones como la UCD en 1982, es decir, reducido a  once escaños. Y es que además de incumplir punto por punto su programa electoral, para colmo se ha ensañado con el contribuyente y por supuesto con los funcionarios. Ahora nos empiezan a devolver lo que nos quitaron, lo que era nuestro. Y como colofón final a esta legislatura está la corrupción; corrupción  con nombres y apellidos rimbombantes: Bárcenas, Rato, Granados…Gente insaciable y sin escrúpulos. En fin… una vergüenza.
 
Y lo mejor de todo es que el escarmiento lo aplican a vidas edificantes como la de esa mujer que subió virgen al altar, que más tarde sería declarada la viuda por excelencia de España y luego resultó ser como las de su especie: a la primera de cambio va y se desmelena; sin embargo ahora por obra y gracia de los políticos, el pueblo la acabará declarando mártir. Estoy hablando por supuesto de Isabel Pantoja, la que creó la aplicación dientes en los posados fotográficos. ¡Y qué galán se echó la pobre! Como decía Jimmy Giménez Arnau: Lo de Isabel y Julián fue una historia de amor de chorizo y flato. Pues así ha resultado.
 
Fue Julián el primero en entrar en el trullo, después su ex Maite Zaldívar y ahora Isabel. Pero yo le aconsejaría a Isabel que se tranquilice, que lo tiene fácil y que puede hacer mucho bien en la cárcel. Conozco un poco la cárcel, antes de aprobar las oposiciones a la Administración fui funcionaria de prisiones. Por eso me atrevo a aconsejarle a la Pantoja lo siguiente. Como ella sabe cantar y lo hace muy bien, yo en su caso hubiese entrado en el módulo cantando Marinero de Luces, con ese puntazo se mete al personal en el bolsillo a la primera de cambio. Ni qué decir tiene que Isabel tendrá un trato especial en el Centro Penitenciario, también hay que decir que Isabel deberá adaptarse a las normas y que lo pasará mal. Pero hay que sacar provecho de todo en la vida y no hay más. Como lo de Isabel es cantar, pues yo le aconsejaría que se dedique a dar clases de canto en la cárcel, seguro que tiene compañeras con buena voz y con ganas de da aprender. Es más, luego con la historia de haber estado en la cárcel con Isabel, pues nada, a Tele 5, a promocionar en La Voz. En el caso de que el personal no le responda, muy fácil se hace grupo y a la hora del vermú es cuestión de arrancarse por alegrías, por bulerías o por lo que sea: así todos los días será una fiesta en el trullo. Y es posible que hasta los funcionarios se apunten al sarao. Creo que en los economatos de la cárcel venden langostinos y cerveza sin alcohol, pues nada, que convide a las colegas a unas raciones y así entre canto y langostino se van pasando los días y la condena.

Y como Isabel tiene condena para unos años, el crack sería dar el día de La Merced un macroconcierto en la cárcel, eso sería para que le hicieran la ola y la sacaran a hombros del centro penitenciario. Con la condena cumplida y con las sesiones de canto, pues eso, Isabel no sólo salda su cuenta sino que además se redime de todas sus culpas.
Lo que está claro, visto lo visto, es que la justicia no es igual para todos. Es evidente que Isabel se equivocó en el amor al elegir un basurero que vaciaba las bolsas repletas de billetes en su casa, según declaro su ex públicamente. A mí me gustaba Isabel cuando era viuda, cuando acudía a las galas en un coche discreto y sonreía a la gente cuando la saludaba; yo la ví en una ocasión y me pareció sencilla en aquella época, allá por el año 85. Ha sido una mujer trabajadora y estoy convencida de que ella va pagar por todos, por todos los que se lo han llevado más crudo que ella. No, no la defiendo, que pague; pero que paguen también los demás.

jueves, 16 de octubre de 2014


La canastilla de Villamayor de Gállego

 Algunos no han necesitado que premien a la mejor canastilla de flores en la Ofrenda del Pilar para esmerarse y portar una de las canastillas más admiradas, de siempre; me refiero a la que ofrecen los vecinos de Villamayor de Gállego. Que los salseros -así llamados a los habitantes de este pueblo- son muy echaos p’adelante eso también lo saben y lo reconocen todos los pueblos y barrios de alrededor; pero claro… cada uno ve lo que quiere ver y yo no lo veo así. Yo veo que los de Villamayor de Gállego son generosos de natural y a las pruebas me remito. Me he permitido colgar unas cuantas fotografías de la famosa canastilla de Villamayor, las de aquí abajo son de finales de los 80.

 

 
Y digo que son generosos porque quien se acerca y se pierde en las Fiestas de Villamayor de Gállego, reconoce que son inmejorables y que todos los forasteros son recibidos en las peñas y agasajados al estilo de Villamayor, es decir, dándoles todo. Y esto es así también de siempre. Pero no sólo en las fiestas son así, también cuando se trata de ser solidarios y dar los que necesitan: ahí está el proyecto Entreplatos, comida para los que en tiempos de crisis se las ven para salir adelante. También cuando se trata de ayudar al pueblo Palestino y alojar a los jóvenes que han querido venir a España en los meses de verano.


 
Por el contrario, otros, han decidido echar el resto para llevarse ese premio. Premio que como todos los premios que dan en este país están cantados de antemano. Yo sabía que la canastilla de Villamayor de Gállego ni se lleva ni se llevará nunca ese premio, hagan y pongan lo que pongan; es más, siendo reconocida como una de las mejores y más admiradas. Pero los premios se dan siempre para saciar vanidades y hay que darlos a los que están en el candelero para que lo sigan estando.
 
También quiero decir que hay una galera preciosa y rebosante de flores, que también podría haber sido merecedora de un premio. Otra ofrenda de flores que ha causado sensación ha sido la que ha portado la Guardia Civil. Y cuando uno se acerca a la Plaza del Pilar para ver ese monumento de flores a la Virgen, puede admirar estas ofrendas. Sin embargo esa canastilla de Villamayor de Gállego este año no se luce porque está cubierta con tableros de flores de empresas, que dicho sea de paso se hacen propaganda; y para hacerla un poco más de menos ni siquiera tiene su cartel y no creo que lo hayan perdido, más bien creo y dicen que está caído en la parte de atrás. Bueno, después de todo esto, parece ser que a puro de quejas, por fin, la canastilla ha recuperado su lugar en la Plaza del Pilar. Me acaban de mandar la foto.
Por otra parte, creo los que organizan la recepción de flores deberían tener algún sentido de la estética, no queda bien esa montaña multicolor, me parece hasta chabacana. ¿Y por qué no una recepción de flores amarillas y blancas y hacer con ellas la bandera de Aragón? ¿Por qué no hacer el escudo de la Inmortal Ciudad de Zaragoza con estos mismos colores? ¿Y por qué no hacer algo original con esos ramos multicolores?


Foto tomada el 14 de octubre
 
Foto tomada el 15 de octubre
 
 Y ya que estoy en el tajo decir, con todo el respeto, que el color de los mantos de la Virgen del Pilar van acordes con la liturgia. Es decir, cuando el santo del día ha muerto con derramamiento de sangre, es rojo. En el día del Pilar el manto de la Virgen debería ser blanco, pero como los políticos en estos tiempos son elegidos en función de la incultura y la Iglesia no opina para ser políticamente correcta, pues eso… manto rojo. Y yo me pregunto cómo se pueden saltar a la torera algo así de serio, es más, solicitan a la gente flores rojas para la ofrenda. ¿Y estos qué se creen o qué nos creemos? ¿A qué jugamos? Me da la sensación de que esta modalidad pega más para jugar con muñecas. Pues yo le seguiré llevando a la Virgen del Pilar, en su día, flores blancas.

viernes, 2 de mayo de 2014


EN LA TRASNOCHADA

María Jesús Mayoral Roche


Palazzo  Branciforte

M

No sé si algún día terminaré de visitar y conocer todos los palacios de Palermo. Cada año descubro uno nuevo; bien porque ha estado cerrado durante años, bien porque ha sido recientemente restaurado o bien porque lo han abierto con motivo de alguna exposición. El pasado año visité el Palazzo Branciforte, una joya del siglo XVI. Este palacio pertenece a la Fondazione Sicilia, antes Fondazione Banco di Sicilia. Recuerdo que hice la visita un sábado por la mañana, llegué a primera hora, quiero decir sobre las diez y media. En la entrada me advirtieron que la visita al palacio era de pago y además guiada. Pregunté las frecuencias de los grupos y si tendría que esperar mucho tiempo. En Sicilia nunca se sabe si la visita va a ser para una o para quince personas, a esto hay que añadir que la imprecisión es una característica de la isla. Mi pregunta tuvo respuesta inmediata: en cuanto pagara la entrada daría comienzo la visita. En un principio pensé que la visita iba a ser para mi sola, en Sicilia es frecuente ver museos y palacios en compañía del guía; pero la guía llegó y le avisaron que había otras dos visitantes más esperando. Muy amablemente se presentó y empezó la explicación en italiano. Se me hizo raro que no preguntara si había algún problema con el idioma, lo cierto es que dio por supuesto que las tres éramos italianas.
El Palazzo Branciforte tiene un espacio museístico importante, una gran biblioteca,  la escuela de cocina dedicada al gambón rojo, la parte perteneciente al Monte de Piedad de Santa Rosalía y un restaurante de lujo. La guía comenzó explayándose con el estilo arquitectónico del palacio, de las ampliaciones del mismo con el paso de los siglos y de los sucesivos moradores. Branciforte significa “brazo fuerte” y de ahí la representación de esta característica en el escudo heráldico. Los italianos son muy dados a poner títulos, a intitularse y hacerse reconocer ante los demás a la primera de cambio. La guía explicaba animadamente las sucesivas ampliaciones del palacio llevándonos de un lado a otro del patio central. Una de las señoras que seguía atentamente las indicaciones, en un cierto momento creyó conveniente presentar a su amiga aclarándonos que era alemana y una eminente profesora de universidad. La joven guía no se dejó impactar y la alemana que hablaba el italiano a duras penas y con un acento tedesco (alemán en italiano) brutal, bajó la cabeza y siguió atenta las explicaciones.
El palacio era una maravilla, la restauración perfecta y todo iba bien. Pero cuál no sería mi estupor cuando llegados a un momento de la visita y de la historia siciliana, concretamente al de la dominación aragonesa, la guía se permite la licencia de hacer referencia a la corona catalano-aragonesa. Me quedé muerta al oír aquello, una siciliana hablando de la corona catalano-aragonesa. Por supuesto en cuanto terminó aquel paréntesis de la historia, la paré en seco y le pregunté en italiano, con mucha ironía: ¿Esto de la corona catalano-aragonesa se estudia aquí así, quiero decir que si en los libros de historia viene denominada así? La joven negó con la cabeza y me miró de refilón. La profesora alemana me miró sorprendida. Entonces me descubrí ante las tres y les dije que era española y aragonesa. La guía me contestó que lo había notado en mi acento y empezó a hablarme en español, me dijo que había estudiado y vivido en Barcelona. Yo seguí hablando en italiano, pues quería que la profesora alemana y la otra, que también lo era en una ciudad del Véneto, se enteraran de lo que está pasando con la apropiación por parte de los catalanes de una corona que no les corresponde. Y dicho sea de paso poner a la guía en su sitio. Tal fue el ramalazo de soberbia que me dio, que la alemana y la italiana permanecieron atentas a cuanto decía y a la guía no le quedó otro remedio que callarse y pasar a otro tema. No era para menos, pues le dije que la corona catalano-aragonesa no había existido nunca, que Cataluña nunca había sido un reino y que la única corona conocida y reconocida en la historia es la Corona de Aragón. Le recomendé a la joven, que fuera de la historia todo lo demás es política y que la política es mejor apartarla; que los acontecimientos históricos no se pueden sacar de contexto. Al final para que quedara claro, apostillé que la corona catalano-aragonesa es una invención catalana de última hora y que salvo ellos nadie la reconoce. A la guía no le agradaron mis palabras, mejor dicho, no le agradó que diese la explicación en italiano. Ella quiso llevarme a su terreno hablándome en español, sabía o esperaba que yo siguiese la conversación sobre la corona catalano-aragonesa en español para que todo quedara entre nosotras; pero claro, echarle en cara -ante dos profesoras de universidad, dos autoridades- esa parte de la historia mal contada por su parte, le hirió.
Aquella situación un tanto tensa me propuse mejorarla a la primera de cambio. Yo me imaginé que a la guía alguien le había comido el tarro en Barcelona con el tema de su corona inventada o fantasma. Claro que soltar a sabiendas una paletada semejante ante gente que no conoce esa parte de la historia, pues cuela; sin embargo soltarla ante gente que ha estudiado historia, te deja como una incompetente. Llegados a un punto de la visita, en mi opinión el más impresionante e interesante, dejé caer uno de esos comentarios que dichos a tiempo te salvan o te encumbran. Estábamos en las salas del Monte de Piedad de Santa Rosalía. Un gran laberinto de madera con escaleras, estantes, anaqueles y estrechos pasillos. Fue entonces cuando dije: Este lugar me recuerda Las Cárceles de Piranesi. Fue entonces cuando la alemana se quedó un tanto maravillada y dijo: Es cierto. Y siguió maravillándose del lugar mirándome con agradecimiento por haberle desvelado la fascinación del lugar. La guía me dio la razón con fastidio.
Después de dejar escrita en esta trasnochada, lo que yo llamaría una anécdota; no dejo de reconocer y confesar mi ramalazo de soberbia. Y es que no me puedo contener ante la brutalidad de estos tiempos que politizan todo, llegando a desvirtuar los hechos históricos, sirviéndose para ello de la ignorancia social imperante.
Os dejo un vídeo completo sobre la restauración de este precioso e importante palacio. Fue el propio Presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano, el encargado de inaugurarlo antes de abrirlo al público.

jueves, 3 de abril de 2014


La Muerte de Sancho Ramírez

María Jesús Mayoral Roche


Muralla de Carcasona
 1094 fue un año terrible, marcado por una gran hambruna que todavía permanece en el recuerdo de muchos. Los cristianos se veían obligados a recoger los trigos y las cebadas en las tierras de Huesca para posteriormente transportarlos al reino aragonés, lugar en el que escaseaban. Militarmente, Huesca estaba rodeada de tres murallas: dos de piedra y una de barro, con un total de noventa torres que la flanqueaban. Siete puertas abrían sus murallas de piedra: la de Siricata, de Lizana, Ferreas, Alquibla, Alpargán, Pétrea y de Montearagón.
         Sancho Ramírez, conocedor de la dificultad que entrañaba la toma de aquella plaza y con la paciencia que lo caracterizaba a la hora de planear una buena estrategia, fue quitando -a lo largo de su reinado- las tierras que rodeaban a la ciudad de Huesca hasta dejarla ahogada en sus propias murallas; para dominar el estrecho de Quinto (por el que pasaba el Flumen) y gobernar el Somontano oscense (país del aceite y del vino), edificó el castillo de Montearagón; por el sur, fortalezas como el Castellar o Alcubierre -en tierras del reino moro- dificultaban las líneas de comunicación en el territorio zaragozano.
         Ciertamente aquél fue un año horrible, lleno de sucesos y muertes, entre ellas la de la reina Felicia y su primogénito; nadie se paró a llorar por ella, tan sólo le dedicaron alguna que otra oración. No era madre de posibles reyes, pero la ironía del destino hizo que no sólo fuera madre de un rey sino de dos. Felicia se quedó consumida en su silencio, a la luz del velón y con el evangelario de filigrana de plata entre sus manos, en una de esas tardes oscuras y lluviosas en las que se entregaba a una espiritualidad llena de recuerdos legendarios.
         Alfonso no lloró la muerte de su madre. La presencia de ella en su recuerdo pesaba más que su eterna ausencia. Cuando recogió su evangelario de plata, el mismo que en lo sucesivo llevaría consigo a las batallas, prometió:
         - Sí madre, hemos sido los segundos en todo; pero prometo ser el primero y más leal de los servidores a Pedro: junto a mi padre y mi hermano seré un batallador a ultranza. Mi padre me lo ha enseñado, vos me lo habéis inculcado y el tiempo será testigo indiscutible de lo que ahora prometo. La historia, señora que rememora con exactitud el pasado, dará debida cuenta de mis hazañas.
          Al llegar la primavera de 1094, Sancho Ramírez se encontraba en el sitio de Huesca para trazar su plan estratégico con calma y detenimiento; con este propósito decidió afincarse una corta temporada en una almunia situada a orillas de la vía romana que venía de Lérida. Tal era la espiritualidad del rey y su Fe, que ponía nombres de santos a los lugares que marcaban las vías de acceso y salida del sitio militar con apoyo en el avance; su profunda religiosidad regía los actos más determinantes de su vida. Todo estaba previsto y dispuesto para dar el paso definitivo que le llevase al dominio de la ciudad de Huesca.
         Una fresca y clara mañana del mes de junio en la que todo era quietud, las águilas rasgaban el cielo en círculos haciendo gala de su imponente envergadura alada y el sol comenzaba a lanzar sus fuertes destellos primaverales; Sancho Ramírez para aprovechar la claridad del día, decidió recorrer las murallas de Huesca en compañía de algunos allegados de confianza para valorar su estado y hallar sus puntos más débiles. Viendo un fallo defensivo en un lienzo de la muralla, levantó el brazo derecho para señalar el lugar, y la escotadura de su loriga dejó al descubierto por un momento parte de su costado. Un musulmán avispado y diestro en el manejo del arco que estaba apostado en las murallas, observando con atención los sospechosos movimientos de los cristianos, aprovechó la magnífica ocasión que se le brindaba: sin dudar y sin encomendarse a nadie disparó una certera flecha que fue a clavarse en el costado del rey aragonés.
         El rey, herido de muerte, fue trasladado a su campamento. Tal era la entereza de su espíritu y la fortaleza de su cuerpo, que en plena agonía y para no desanimar a los suyos, disimuló cuanto pudo el dolor que le producía tan mortal herida. Mermado de facultades conforme el tiempo transcurría y sin nada que esperar, salvo la muerte, sacó fuerza de su propia debilidad e hizo llamar a los ricos hombres y caballeros que se encontraban junto a él para que fuesen testigos del juramento que iba a tomar de sus hijos, Pedro y Alfonso.
         - Ante Dios y los aquí presentes, quiero hijos míos, que me prometáis conquistar esta ciudad que se ha cobrado mi vida. Sigo los pasos de mi padre: morir en combate parece ser el triste sino de los reyes de Aragón. Recordad, Pedro, que vos sois el rey a partir de ahora y olvidad el abatido semblante de este otro rey que se muere; os exhorto a que rindáis y ganéis esta plaza. Dios os bendiga a todos.
         Pedro y Alfonso conteniendo la emoción de aquel adiós definitivo, con los rostros desencajados por el dolor, juraron que no cesarían en su empeño hasta que Huesca fuese ganada.
         Consolando él mismo a sus hijos y a los que allí estaban, tras dos penosos días de agonía y sufrimiento, el rey moría al atardecer de un 4 de junio de 1094. Contaba 51 años de edad y dejaba a su hijo, Pedro I, como tercer rey de la casa real aragonesa de los Ramírez.
         Alfonso envió una carta a su hermano Ramiro para comunicarle la triste muerte del rey; carta que le fue leída por el prior del monasterio.
     “Ramiro, mi querido hermano en el Señor:
 
                   Te escribo para comunicarte una mala noticia. Nuestro padre el rey, tras reconocer las murallas de Huesca, murió:  un saetero musulmán acabó con su vida. Su agonía fue la de un héroe, en ningún momento dio muestra de dolor o abatimiento, es más, nos alentó y nos tomó juramento para que ganemos esa plaza.
                   Te ruego reces por su alma y también por las nuestras, ya que en estos momentos se estremecen por la tristeza de un rey y padre que nos ha abandonado inesperadamente. Sé que la vida y la muerte está en manos del Creador, pero mi dolor en estos momentos es inmenso.
                   Recuérdanos a todos en tus oraciones.”

         Tras escuchar las tristes palabras del prior, el pequeño Ramiro se echó a llorar desconsoladamente. Había transcurrido muy poco tiempo desde que abandonó su hogar para ingresar en el monasterio y ya habían muerto sus padres; en aquellos momentos, mientras rescataba algunos recuerdos de su corto pasado, su semblante se tornaba tan desesperanzado como afligido. La paciente sencillez de su madre ante sus desatinos en los inicios de la vida y la seguridad de su padre ante sus contratiempos infantiles, se habían desvanecido para siempre, pero no estaba sólo: sus monjes estaban con él.
         Frotardo convenció al rey para que su hijo menor, Ramiro, ingresase en su monasterio con la seguridad de que el niño iría acompañado a San Ponce de Tomeras con una buena dote para su oblación: el astuto abad estaba en lo cierto. Pero Ramiro era ajeno a todo lo exterior y pese a la dura disciplina a la que eran sometidos los oblatos, echaba pocas cosas en falta: se encontraba bien en su nueva vida. El pequeño en ningún momento podía permanecer solo y mucho menos hablar con nadie; para los niños el silencio era más que una norma, el peor de los castigos. Lo prudente era cometer las menos faltas posibles, pues se pagaban con el látigo o el aislamiento.
 

lunes, 10 de marzo de 2014


POSTALES CON RECUERDOS

María Jesús Mayoral Roche

 

La Sabina
En el resistero de finales de junio el canto de las cigarras daba voz al pajizo monte monegrino; el pedregoso camino se abría paso entre rastrojos y pinos polvorientos, la caza permanecía a resguardo y el pálido cielo amortajaba el horizonte de lomas cenicientas. Tomillos, romeros, abozo, hinojo, malvavisco y demás briznas abrasadas inmolaban sus deletéreos aromas en aquel paraíso crepitante, y la candente tierra exudaba el vaho de sus entrañas dejando desfallecido el paisaje, agotado por la insolencia de un vigoroso sol que no cesaba de lanzar potentes dardos. Aquel secarral descarnado me pareció un viejo mar desecado que, cansado de dar vida, quería sestear. Reaccioné, no podía muy estar lejos. Subí una pendiente y por fin la vi: vieja y victoriosa, mellada por algún rayo en su antiguo esplendor y coronando de verde aquel remanso de tierras estériles. Después de muchos años, seguía esperándome la milenaria Sabina.

martes, 25 de febrero de 2014


Maravillas en el país de los tontos

Aquí estoy, en mi cubil, haciendo un curso de Word on-line. Está bien esto de hacer un curso de Word después de llevar veinte años utilizándolo todos los días. De ahora en adelante conseguir cursos será más difícil, vamos, imposible. En la Administración sólo se oye esta cantinela: no hay dinero. Al final acabaremos con el bolígrafo atado a la mesa como el famoso peine de la Posada del Peine, valga la redundancia. Bueno, no hay dinero para lo necesario porque para lo innecesario sí que lo hay. También sobra personal, gente; esos que han entrado en la Administración por la puerta de atrás con carné, por amiguismo, por el sindicato…  
 
En estos tiempos que corren ser funcionario es un chollo. Pero no es fácil ser funcionario de carrera, siempre he dicho que cansa mucho más el trabajo en la Administración que en una empresa privada. ¿No se lo creen? Tiene una explicación. El trabajo en la Administración aburre y eso cansa más que cualquier esfuerzo en una empresa privada. El aburrimiento es lo más agotador en esta vida. Me dicen que tengo mucho morro cuando hago esta afirmación y se me echan encima. Bueno, yo me defiendo recordándoles que los requisitos son muy pocos para ir a una oposición: ser español, no tener antecedentes penales, tener cumplidos los 16 años y poco más… Aprobar los exámenes, por supuesto, pero hay otra forma de entrar en las diferentes Administraciones; consiste en entrar por la puerta de atrás con el patrocinio de un amigo  y un carné, con el tiempo presentarse a un examen sin saber nada, firmarlo y prueba superada.
Pero después de contar esto paso a otro discurso. Me maravilla - hago honor a mi nombre - el poder de convocatoria que tiene un tonto en estos tiempos. Estamos viviendo en la Torre de Babel: el tonto habla y todos lo escuchan, mientras que el listo habla consigo mismo. Es triste poner el televisor y que llegue una infanta imputada al juzgado a declarar y que conteste a cada una de las preguntas que le hace el señor Juez con un: No sé… No me consta... No recuerdo… Lo desconozco… Después salen sus abogados y dicen que la infanta ha contestado a cada una de las preguntas del Juez y que ha dado las debidas explicaciones. Este episodio histórico; histórico porque es la primera vez que alguien con derechos dinásticos a un reino va a un Juzgado, me parece un insulto a la inteligencia, un insulto a los españoles y de ahí deduzco que la clase dirigente en conjunto nos toman a los españoles por tontos. Esto es lo malo de que un tonto tenga el poder de convocatoria: que acaba idiotizando al resto. Porque claro, yo me hago el siguiente planteamiento. A cualquiera que va a un juzgado y contesta a lo elemental con un no sé, automáticamente se le hace un peritaje psiquiátrico. Digo esto porque esta actitud de Doña Cristina no es ni medio normal, es inaceptable.
Es triste y va para nota, que alguien como la hija del Rey nos dé este espectáculo. Llega en su coche, baja de él, saluda mirando al tendido de la prensa, les dedica una sonrisa y entra como aquel que va de visita a un juzgado; sale del mismo como si nada hubiese pasado y se va al palacio con sus papás. Al día siguiente toma un avión para ir a su casita de Suiza. ¡Pobre niña! Y todo este embrollo de gastar dinero sin saber de dónde sale, dice que lo ha hecho por amor. Yo en la piel del Juez Castro le hubiese preguntado a tan real imputada, además, que si se le ha pasado por la cabeza  devolver el dinero de esas sociedades sin ánimo de lucro, convertidas por obra del Empalmado en sinónimo de lucro.
Otra que no se entera es la Ministra Mato. Esa pasaba por delante del Jaguar de su marido sin saber que era de él. Gastaba confetis por valor de miles de euros para los cumples de los niños y no sabía quién los pagaba. ¿No es maravilloso gastar sin saber de dónde sale el dinero? Pero ahí sigue Ana, de Ministra de Sanidad, aplicando recortes y haciéndonos pagar la mayor parte de las medicinas. Mira tú por dónde… cuando falta el dinero en la Administración, Ana va y se entera. Ana que no saca una cuenta en lo tocante a los gastos de su casa, sabe lo que no pagaban los viejecitos en medicinas y como les salían baratos los tratamientos para seguir viviendo, pues Ana ha decretado que paguen. Esta mujer, ignorante por naturaleza, es de las que sólo sabe sacar cuentas a los demás; esta mujer de gran corazón obliga a pagar los colirios a los abuelos, pero ella prefiere no enterarse quién paga los confetis en las fiestas infantiles de sus hijos.  
Y todo esto que cuento lo sabe todo el mundo, viene en la prensa, hay imágenes. Los periodistas no paran de atizarnos con estas noticias, nos documentan a diario. Pero qué se puede esperar de un país en el que la mayor parte de los funcionarios son inútiles por enchufe con cargo a los presupuestos generales. Qué se puede esperar de un país donde en bancos, telefónicas, eléctricas y demás monopolios trabajan generaciones enteras con el mismo apellido. Qué se puede esperar de un país donde los jueces son elegidos por los políticos. Yo creo que deben cambiar la imagen representativa de la Justicia; esa Justicia con los ojos tapados con una venda y una balanza en la mano. En mi opinión la deberían representar tuerta, con un parche en el ojo al estilo pirata y sustituir la balanza por una romana. Y por último qué decir y qué pensar de un país en el que triunfan como superventas en libros y discos: Jorge Javier Vázquez, Belén Esteban y Paquirrín… Eso sí, es un país que se moviliza, que sabe movilizarse… cuando se trata de fútbol, claro.

lunes, 17 de febrero de 2014



VISIONES…

 
¡No será verdad, no nos caerá esa breva! Cataluña quiere ser independiente y yo estaría encantado de verlo. Me llegan comunicados y direcciones de páginas para firmar en contra del sueño catalanista. No, no lo haré; si acaso firmaré para que les concedan su ansiada independencia. Una vez que Cataluña se convierta en estado independiente, se acabó la amenaza del trasvase del Ebro. Lo estoy viendo, ¡por fin! Aragón consigue de una vez La Travesía Central con Francia, por fin hermanados con Pau-Béarn y Tarbes-Hautes Pyrénees. Nuestro sueño hecho realidad. Estoy convencido que sin los catalanes como vecinos a los aragoneses nos irá mejor. Y no sólo eso, lo estoy viendo: Aeropuerto Internacional de Zaragoza. Se acabó desplazarse a Barcelona para coger un avión. Con la Plataforma Logística aquí y sin los catalanes allá, nuestra Plataforma incrementará sus movimientos.
Dicen que los vinos del Priorato son muy buenos, mejor para ellos; si son tan buenos que se los queden. La butifarra y el fuet también. Desde que el sueño independentista catalán se ha desatado, el cava aragonés está vendiendo toda su producción. ¿No es maravilloso? Y puestos ya, como dice Azulenca, que contraten a la Sáenz de Santamaría y a la Cospedal como burbujas de Freixenet, da igual si las ponen de pompas del cava; total harán el mismo papel, es decir, nada. El señor Lara de Planeta dice que si la independencia sigue adelante tendrá que irse con sus empresas a otra parte; pero esto lo dice con la boca pequeña. Más ahora que gracias a la política matrimonial se codea con lo más granado del nacionalismo catalán. Todas las empresas catalanas que se queden allí, será lo mejor para todos. A mí no me gusta el perfil del emprendedor catalán, porque esta especie es depredadora.
Dirán que soy antiespañol razonando de esta manera. Pues no, no lo soy; pero viendo que nuestro gobierno no hace nada por detener ese movimiento catalanista independiente y viendo cómo actúa la clase política en general, qué más da lo que yo piense. Si quien tiene que hacer por remediar los males no lo hace; si ellos no defienden la unidad de España, qué podemos hacer los mortales de a pie. Y bueno a río revuelto ganancia de pescadores. Hay una sola pega: los cientos de aragoneses que tienen apartamento en Salou. A estos pobres el día que se declare Cataluña estado independiente, no quiero ni pensar el impuesto que les van a clavar. Algunos están poniendo ya a la venta sus apartamentos.
Pero no, no, nada de esto pasará. Seguiremos soportando a los catalanes como vecinos, seguiremos los aragoneses con la Espada de Damocles del trasvase, seguirán sin devolvernos los bienes de La Franja, tendremos que ir a Barcelona a coger el avión y la frontera con Francia seguirá como siempre. Lo mío sólo eran visiones…

domingo, 9 de febrero de 2014


BUSCO DE LOS SIGLOS LAS YA BORRADAS HUELLAS

María Jesús Mayoral Roche
Me encargaron que diera respuesta a las "Cartas literarias a una mujer" de Bécquer, ésta es una de ellas. Un poco de romanticismo no nos vendrá mal.



 
Perdona, amor, mi silente respuesta a tu evocadora ensoñación. La mujer, cuando el poeta la convierte en musa, se vuelve antojadiza y caprichosa; creyéndose tan admirada, se erige sobre un pedestal de vanidad cuan diosa voluptuosa de mirada esquiva y sonrisa maliciosa; imaginando ser una escultura griega digna de la alabanza de los hombres y de la envidia de las mujeres.
         ¿Recuerdas, amor? A propósito de declararme tu pasión por ella, te pregunté: “¿Qué es poesía?” Me respondiste titubeando: “La poesía es... “
         Yo adelanté la cabeza para escuchar mejor tus palabras. Mis cabellos caían a su antojo dejando sombrear mi frente, pendiendo de mi sien, rozando mi mejilla, hasta descansar en mi seno. Mis ojos, febriles, se reflejaban en los tuyos ahítos de una admiración ciega. Y entre mis labios, deliberadamente, dejé escapar esa atenta ingenuidad deseosa de arrancarte las palabras.
         Tú creíste, que aquella graciosa estampa mía era así de natural. No, amor. Debo confesarte que las mujeres sabemos componer bien nuestros encantos a la hora de seducir.
         Aquella pregunta te cogió por sorpresa, te quedaste sin saber qué decir, sin saber adonde mirar. Finalmente, volcaste toda la fuerza de tu mirada en la mía y exclamaste: “¡La poesía, la poesía eres tú!”
         Sí, me desilusionó aquella respuesta, pues la consideré más bien como un halago y no como la definición cabal, propia de un poeta.
         Yo deseaba saber lo que era la poesía para ti, porque deseaba pensar como tú, hablar de lo que tú hablabas, sentir como tú, penetrar en el santuario secreto de un poeta.
         Sí, debo decirte que lo he descubierto. Ahora eres tú quien palidece y deja escapar esta carta de tus manos. En ese interior repleto de tesoros y misterios, donde tu alma se complace y deleita, se levanta una fortaleza inexpugnable, tan infranqueable, que nadie puede acercarse siquiera a escalar su lienzo amurallado. Y yo, ingenua de mí, pretendía entrar donde se fraguan y revelan las ideas, donde el poeta consuma su más puro placer hasta amalgamar los sentidos y las formas, sin comprender, que ese universo estaba reservado únicamente a ti, por ser patrimonio exclusivo de tu poder creador.
         Sí, sembré la duda en ti y a cambio te regalé mi silencio. Tú proseguiste, algunos días después, intentando aunar las definiciones más innovadoras con las más clásicas. Sin embargo, a mí me seguía interesando tu opinión y no la de los demás: tener acceso a tu mundo, y no aprovechar la intimidad que me brindaba nuestras confidencias, hubiese hecho que me perdiera el momento mágico en que descubrí cómo el hechizo de tu palabra se transformaba en letra. En las letras que llenaron aquellas Cartas literarias que me dedicaste. ¿Recuerdas?
         Sí, amor. He decidido despertar de mi luctuoso letargo, salir de mi argentada crisálida sellada con fechas y letras a inglete, con el fin de hacerte llegar aquella respuesta que se rompió con un silencio, porque la separación nunca fue una amiga fiel de los amantes.
         ¡Ah, amor...! Me hablaste de literatura por satisfacer, más que nada, aquel capricho mío. Pero la curiosidad de las mujeres no se sacia sólo con bellas palabras, que ésas, bien sé, nunca te faltaron. La poesía y tus sentimientos eran una misma cosa: la poesía es el sentimiento y el sentimiento es la mujer. Así me lo expresabas. Y ésa era, precisamente, la parte que me tocaba a mí en todo aquello. No, no lo entendí. No quise entenderlo. Yo necesitaba otra cosa.
         Quería entrar en tu santuario interno, incluso me hubiese conformado con pisar su umbral, pero no tuve opción a ello. La poesía es en el hombre una cualidad puramente del espíritu; reside en su alma. Eso me decías y apostillabas: En la mujer la poesía está como encarnada en su ser. Finalmente me recomendaste: Deja esta carta, cierra tus ojos al mundo exterior que te rodea, vuélvelos a tu alma, presta atención a los confusos rumores que se elevan de ella, y acaso la comprenderás como yo. Ciertamente hice lo que dijiste y no oí nada.
         Recuerdo que tus palabras se convertían en una dulce cantinela para mis oídos, mientras, tu mirada me sumergía en un mundo de pensamientos que me parecía ser el tuyo. ¡Qué gratas y extrañas sensaciones me hiciste sentir, amor!
         Pese a todo continué, de manera infatigable, en la búsqueda de aquel santuario. Era como un eco que me llamaba y atraía de manera irremediable hacia algún lugar desconocido, sintiéndolo de una forma tan espiritual que me dejaba sin emociones.
         Leí todo cuanto escribiste e intenté buscar la clave a todo cuanto contabas. Lejos de hallar respuesta alguna, una maraña de confusión se adueñó de mis pensamientos sin saber hacia donde dirigirme. A veces, la misma obsesión es la que nos impide avanzar. Hojeé de nuevo “Cartas desde mi celda”, abrí el libro al azar y allí encontré la respuesta que tanto esperaba: Veruela. Ahí estaba el santuario que tan desesperadamente había estado buscando, ahí estaba la réplica exacta a tu santuario interior. ¡Qué extraña liberación aporta el descubrimiento de algo que, en cierta manera, te encadenó en vida! 
         Veruela fue para ti la inspiración, la salud, la calma en medio de la tempestad de tus pensamientos; allí creaste formas, despertaste a nuevas sensaciones, forjaste imágenes; allí ambos santuarios se abrazaron para crear incesantemente, sin dar tregua a las ideas, a los sentidos, que soliviantados, se apoderaban y crecían dentro de ti con toda la fuerza renovada de su poder creador.
         En ese vagar sinuoso en que mi  alma ahora se complace, perdiéndose en el rastro de tus días más vividos; sólo un único lugar parece detenerla, anclarla: Veruela.  Te siento aquí, amor, en este claustro réplica del cielo en la tierra que tú cruzaste cubierto de ortigas; te veo ahí, bajo los arcos ajedrezados, pasando tu índice, una y otra vez, por las inscripciones de la lápida ponderal. Me apoyo en el brocal, me asomo al pozo, y en sus viejas aguas tu rostro parece reverberar entre las mismas. Entro en la iglesia y todavía escucho tu respiración jadeante por la carrera de un anochecer apremiante: el crepúsculo, cubierto de intensas tonalidades que parecían diluirse sobre el Moncayo, te dejaba enardecido en el camino de la ermita; y era ese fresco atardecer, orquestado por el abaniqueo de las hojas de los árboles y los trinos dispersos de los pájaros, el que estimulaba tus sentidos hasta que, finalmente, la sombra de la noche desplegaba su manto para anunciarte que el sol había muerto una vez más.
         Ningún mortal podrá allanar jamás el templo de un poeta. Sin embargo he decidido encadenar mi alma a los muros de Veruela para vibrar entre sus piedras, y de esta manera, quizá, poder rescatar tus pasos, tu respiración... y así, tal vez llegue al mágico lugar donde se componen las ideas, tus ideas.
         Ahora mi deseo es convertirme en la evanescente sombra de este monasterio, en la estela eterna que recorra estos lugares, que acaricie estos rincones de los que tanto me hablaste y escribiste.