domingo, 2 de septiembre de 2012

Desde mi cubil



                       
Aquí estoy, en mi cubil de hace veinticinco años y con una paga menos. Mi jefe ni siquiera sabe que existo, que soy funcionaria de carrera, que cumplo el horario y que llevo más de diez años ocupando una silla y nada más. Mi jornada laboral la invierto en mi crecimiento personal, en estos diez años de funcionaria en paro con derecho a silla y ordenador me he dedicado a leer las obras completas de Tolstoi, Dostoyevski, Tomás Mann… También a estudiar algún que otro idioma, a escribir mi diario o cualquier cosa para algún que otro blog. Este es mi caso, otros invierten el tiempo sobrante en hacer solitarios o en el tragabolas. Procuro cultivar mi espíritu porque es la única forma de sostener la cabeza y su contenido en este cubil: un trabajo en el que no hay trabajo apolilla el pensamiento.
Esto que cuento o mejor dicho, confieso, no deja de ser una vergüenza en estos tiempos de crisis en los que los virreyes de Administraciones Públicas se dedican a tirar de látigo y recortes. Hubo una época en la que me sentía culpable; pero ahora que han tomado el poder estos nuevos reyezuelos que nos sacuden y no saben lo que se cuece en su propia casa, he dejado de lamentarme. Las cabezas pensantes anteriores prefirieron crear la figura de interinos o similares -gente con carné del partido de turno- antes que impulsar el trabajo del funcionario de carrera. Ahora los nuevos virreyes de la Admón. han decidido machacar la figura del funcionario tratándonos de vagos y descalificando nuestro trabajo; si yo no tengo trabajo es porque nadie se acuerda de mí, porque me lo han quitado y se lo han dado a otro que encima cobra más. Y aquí sigo, en un cubil inutilizada por completo, cualquier día de estos me declararán material fungible. Y mientras tanto las Administraciones varias están copadas por personal sin preparación, gente que entró sin examen por la puerta de atrás para ocupar un puesto de trabajo en condiciones: en la Administración cuanto más inútil eres más brillante es el porvenir en ella. Pero los virreyes de la Administración no se enteran de nada -sólo se preocupan de los moscosos, canosos y del horario del café- todavía no se han enterado de que los ordenadores han reducido considerablemente el trabajo. Lo que antes se hacía en una mañana a base de máquina y calco, ahora gracias al ordenador el trabajo queda reducido a una o dos horas. Y en lugar de ponerse a componer su casa, los virreyes prefieren mirar hacia otro lado. Así nos va…
Mis compañeras que trabajan a tope en otros ministerios u organismos -de otra naturaleza y sensiblemente diferente al mío-, que rinden a tope, que se cansan y cumplen el horario soviéticamente, me reprochan que vivo muy bien. A mí me hubiese gustado tener una oportunidad, poder optar a un trabajo digno, un trabajo de cara al público, me hubiese gustado servir al administrado en lugar de ser una esclava nula de pleno derecho de la Administración. Llevo veinticinco años de servicio y todavía no me han dado un triste curso de Word o de Excel, estando ya próxima a la jubilación esto ya no tiene importancia. Hay una cosa peor que no tener trabajo, es tener un jefe que se lo invente, esto es ya insufrible. Y que conste que los he tenido y por supuesto sufrido.
Y después de todo esto que he contado, añadir que en mis comienzos laborales en la Admón. trabajaba y rendía por tres o más, eran aquellos años de máquina y calco, de informes interminables que había que rehacer una y otra vez porque al jefe siempre le olvidaba algo y había que meterlo y el calco y la máquina no te daban la opción y había que repetir y repetir…
(Continuará…)

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